Por Christian M. Nino-Moris
Creo imaginar la cara de asombro del lector al constatar el título del artículo; y por tanto, no es difícil conjeturar que esa asimilación intuitiva de relacionar “lo forense” con “cadáveres”, donde la ciencia médica los asocia al término “necropsia” o “autopsia” (ambos referidos al examen post-mortem de un cuerpo). Sin embargo, a su vez nuestro diccionario de la Real Academia Española (RAE) define el término forense (del latín forensis) como “perteneciente o relativo al foro” (fórum), es decir, lo relativo o perteneciente a las cortes o a lo público. Hoy, en la práctica, y en lo concerniente a la investigación de irregularidades contables, se entiende a la Auditoría Forense como una ciencia auxiliar cuyo objetivo es colaborar en la investigación de delitos económicos, tanto en los tribunales de justicia como con los privados.
Tradicionalmente, aún es muy común en Chile -y en países de la región- escuchar por los medios de comunicación que bullados casos de corrupción y/o fraudes estén asociados a la ejecución de “una auditoría”. En ese sentido, es pertinente explicar a la ciudadanía que la auditoria tradicional (“externa”) no es una actividad idónea de aplicar cuando se trata de investigar irregularidades contables en una empresa. Por tanto, ya es hora que en el mercado latinoamericano también se haga la diferenciación, a propósito del mediático escándalo del retailer La Polar, el “Enron de Chile” y Sudamérica.
Cabe indicar que hacer la distinción no es un capricho del suscrito. Ha de saber el lector que las auditorías que se practican a muchas empresas en la región nunca han tenido por objetivo expreso la detección de fraudes; amén de que en su planificación deba el auditor considerar el riesgo de la comisión de fraudes de parte del auditado, por cuanto podría la materialidad de una potencial irregularidad afectar la opinión en su dictamen.
El objetivo de una auditoría, según las Normas de Auditoría Generalmente Aceptadas (NAGAS), es la de emitir una “opinión razonable” respecto de si los Estados Financieros (EEFF) han sido confeccionados según los principios y criterios incluidos en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF). Es decir, si dichos estados están “libres de errores significativos” o “materiales”, producto de los juicios emitidos por la comisión de fraudes, o de errores que pudiese cometer la administración. Por tanto, las mismas NAGAS no permiten ir más allá si se llega a descubrir un fraude al interior de una organización, porque sencillamente sus metodologías no están diseñadas para ello. A su vez, y considerando que existe un amplio consenso en la profesión al respecto, no es responsabilidad del auditor ir detrás de esos fraudes. Por consiguiente, el primer frente de batalla y responsable en la detección y prevención de fraudes le pertenece al gobierno corporativo de la entidad, y no al auditor externo.
Ahora bien, ¿quién es y qué hace un auditor forense? Esta nueva institucionalidad profesional tiene sus orígenes en países desarrollados, estando fuertemente vinculada a la esfera judicial y asociada a la investigación de crímenes financieros. Como especialidad (Auditoría Forense) es una ciencia contable orientada a la investigación y prevención de fraudes y otros actos ilegales. Por muchos años estuvo “hospedada” a nivel gubernamental, y sólo era posible ejercerla si se pertenecía a alguna institución ligada al Estado, es decir, si se era parte de la planta de especialistas forenses de una organización policial o de algún departamento especializado dentro de algún servicio público.
A comienzos de la primera década de este siglo, Estados Unidos y algunos países del mundo enfrentaron escándalos contables de gran impacto económico, mediático, social y político, afectándose negativamente sus mercados locales y también los de muchos otros que seguían modelos regulatorios financieros similares. A partir de tales escándalos, importantes cambios legislativos fueron llevados a cabo para recuperar la confianza de los inversionistas, surgiendo en esa misma década una gran cantidad de programas universitarios en contabilidad (auditoría) forense, por lo que la especialidad dejó de ser de dominio exclusivo de una institución policial y de ciertas reparticiones gubernamentales (por ello, EE.UU. concentra el mayor número de certificaciones en la materia también).
El auditor forense requiere de una vasta experiencia contable, debiendo poseer habilidades técnicas y prácticas en áreas como la auditoría, contabilidad, regulación financiera, estadística y la legislación referente a su campo profesional, como lo son aquellas normas pertinentes a la prueba pericial contable. Por ello, su trabajo diario se estrecha y complementa mucho con la de un abogado, dándose una relación sinérgica-simbiótica entre ambos profesionales.
Si bien la mayor parte del trabajo de un auditor forense es la investigación de fraudes contables corporativos, también su campo de acción se extiende a áreas investigativas relacionadas, por ejemplo, con la evasión tributaria, el lavado de dinero, la realización de valuaciones, las cuantificaciones patrimoniales (por divorcio, pensión de alimentos), y programas en prevención y detección de fraudes.
Probablemente el lector ya esté asociando esta nueva especialidad con la de un peritaje judicial contable. Y algo de verdad hay en ello, sin embargo, la labor de un perito judicial está más supeditada a lo que la legislación permite, teniendo un enfoque estrictamente contable-investigativo.
El examen pericial es, por antonomasia, un medio de prueba legal y puede ser solicitado de oficio o de parte. La labor de un perito judicial contable debe circunscribirse al encargo que el tribunal le ha asignado, y responder a materias específicas que ese tribunal desea conocer. Por tal motivo, hay ocasiones en donde el auditor forense puede ser llamado como perito para ilustrar al tribunal sobre ciertos hechos en controversia. En otras palabras, el campo de acción de este profesional es más amplio que la de un perito judicial contable, pues puede llevar a cabo investigaciones independientes, con prescindencia de si sus informes son o no presentados como medios de prueba ante un tribunal o Corte.
No sería extraño que en algunos años más la proliferación de programas académicos, enfocados en algunas de las especialidades en las que el auditor forense actúa, se comience a gestar en toda nuestra América Latina. Colombia, Perú y Chile son algunos de los países que dieron el primer paso hace algunos años.
Christian M. Nino-Moris
Contador Forense y Docente-Instructor de la Facultad de Economía y Negocios (U. de Chile) y Relator CIDES Corpotraining
Curso: Como conducir una investigación interna Corporativa producto de una irregularidad y/o fraude
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